Los resultados de un estudio realizado en supermercados de Lima y Callao advierten de la presencia de residuos de plaguicidas en verduras y frutas en cantidades que superan el máximo permitido. ¿Existen señales que pueden identificar los consumidores para evitar su compra? ¿Puede revertirse esta situación?
La coordinadora del programa de gastronomía de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Karissa Becerra Biaggioni, explica a la agencia Andina, que la presencia de estos químicos en verduras y frutas de las grandes tiendas de alimentos demuestra el excesivo uso que los agricultores hacen de ellos para controlar las plagas.
Es tan desproporcionado que quienes desarrollan agricultura orgánica en el país ven afectados sus cultivos por la agricultura tradicional que usa abundante plaguicida hasta eliminar a los insectos benéficos y microorganismos naturales que protegen las plantaciones.
“Por eso es tan necesario que exista un balance, el exceso hace daño. En este caso, irónicamente, el exceso trae consigo más plagas y estamos en un círculo vicioso. Es un problema cuando los agricultores no respetan la cantidad máxima de plaguicidas que deben usar”, explica Becerra Biaggioni, también investigadora, gastrónoma y directora de la institución “La Revolución”.
A esto se suma la exigencia de consumidores por tener en su mesa alimentos “perfectos”, del mismo tamaño, color, inclusive sin ninguna picadura de gusano, precisa. No es casual que en los resultados del estudio de Salud con Lupa se hayan encontrado más residuos de pesticidas en verduras y frutas en supermercados de los sectores socioeconómicos A y B de la capital.
Tarea de los consumidores
¿Pueden los consumidores contrarrestar este problema lavando con más prolijidad los alimentos? No, afirma Becerra.
La coordinadora del programa de gastronomía de la PUCP refiere que el lavado, por ejemplo, no elimina el pesticida de los alimentos porque ingresa hasta dentro de las semillas. Puede separar una pequeña cantidad de la superficie, pero no más.
Además, no existen señales que adviertan de la presencia de residuos de plaguicidas en las verduras y frutas; por eso no hay forma de que reviertan el problema.
Sin embargo, propone una solución que solo está en manos de los consumidores: es necesario que tomen conciencia de que no puede exigir verduras y frutas perfectas porque ello traerá más presencia de plaguicidas.
Otra medida que propone a los consumidores es elegir bien a quién le compran. Si después de ver los resultados del estudio, el supermercado incumple con supervisar a sus proveedores, los consumidores pueden buscar productores en quienes confiar. Ese cambio será muy importe.
“Su decisión de compra es poderosa. Si toman conciencia de ello podrán lograr que los supermercados aseguren el control de calidad de verduras y frutas. El impacto de consumir alimentos con plaguicidas es trágico, no es broma, es acumulativo y puede generar enfermedades cuyo origen puede desconocerse”, afirma.
Protección del ambiente
De la misma manera, ese cambio que realicen los consumidores, como buscar ferias campesinas o caseros de confianza, puede contribuir a proteger el ambiente, porque las más afectadas por los pesticidas son las abejas, principales polinizadoras de la naturaleza que aseguran la reproducción vegetal.
“Sino disminuye el uso de químicos para combatir a las plagas puede crearse un problema ambiental complejo. Si los consumidores compran verduras y frutas de agricultores que respeten las cantidades máximas permitidas, es decir de la agroecología, no solo estarán cuidando su salud, sino la salud de su entorno también”, acota.