Por Susana Mendoza
Sus compañeros de trabajo le dicen “la mamashita”, desde que trae al mundo a los hijos e hijas de las gestantes indígenas se hizo frecuente en cada Plataforma Itinerante de Acción Social (PIAS), a donde la destacaban. No recuerda cuántos partos ha atendido, pero sabe que su misión es reducir la muerte materna en Loreto.
Cinthia Grández Pinedo quiso ser profesora de educación inicial, pero sus padres le rogaron que optara por otra carrera, para evitar que las huelgas afectaran su crecimiento profesional y su economía. Tenían temor a la pobreza y que sus esfuerzos por sacar adelante a sus hijas se los llevara las aguas del río.
Así es como eligió ser obstetra, como una especie de salvavidas para que la corriente del progreso familiar no la alejara de sus niños y niñas a los que deseaba tanto educar.
La universidad nacional no ofrece la carrera de obstetricia, así que postuló a la privada, en donde se formó con mucho sacrificio, pues cada centavo que ganaba ayudando a sus progenitores en la venta ambulatoria de sánguches, los ahorraba para pagar sus estudios.
El 2016 puso su oficio a disposición del cuidado de la salud sexual y reproductiva de las familias originarias de la Amazonía que todavía viven lejos de un puesto o centro de salud. Ese año fue destacada por la Gerencia Regional de Salud (Geresa) de Iquitos a las Plataformas Itinerantes de Acción Social (PIAS), buques que recorren los ríos de la selva peruana para ofrecer a las comunidades nativas y centros poblados de Loreto, Ucayali y Puno los servicios del Estado.
PIAS Yavarí
El 25 de abril, Cinthia zarpará del embarcadero de Iquitos en el PIAS Yavarí. Viajará 40 días, en los cuales explicará a mujeres y hombres del hábitat de la cuenca del río Yavarí los beneficios de la planificación familiar, la importancia de hacerse controles prenatales o por qué es saludable que el parto sea atendido por una obstetra y no por una partera.
“Con mucha paciencia y respeto a sus creencias, les voy informando qué es lo mejor para su salud y sus vidas, porque es normal encontrar gestantes que no se hacen sus controles prenatales y que las adolescentes sean mamás. No solo porque tienen problemas de acceso a la atención, sino porque además creen que su vida no está en riesgo”, explica.
El punto más alejado de esta campaña, la segunda en lo que va del año, será la comunidad de Colonia Angamos, donde viven familias de la etnia matsé. Allí solo se llega en lancha, en un viaje que dura cinco días. Luego, de bajada, pararán en 24 puntos más.
Desde ahora se está preparando, no quiere que se le escape ningún detalle, ni que ninguna emergencia deje de ser atendida. Su misión, dice, es evitar que una mujer muera en el parto.
Tal vez, esa certeza se convierte en energía que Cinthia canaliza hacia cada una de sus pacientes, porque en cada zarpe ella atrae a las embarazadas, a las que están a punto de dar a luz. De los 110 partos atendidos por todas las PIAS, más de 60 estuvieron a su cargo. Sus compañeros de buque le dicen “mamashita” por esa razón y las madres de familia bautizan a sus hijas con su nombre.
“He atendido gestantes que llegaron al noveno mes de embarazo sin ningún control prenatal, como a adolescentes embarazadas de los pueblos originarios wampis y awajún”.
Esta charapa originaria, nacida en la ciudad de Iquitos como sus padres, abuelos y tatarabuelos, asume con mucho compromiso las tareas que tiene, pero con una gran pasión, especialmente las emergencias obstétricas, confiesa, cuando la vida de la madre y su bebé se encuentran en alto riesgo por hemorragias o complicaciones en el parto.
“Trabajar en una PIAS es una gran responsabilidad, porque como obstetra y loretana aplico mis conocimientos para evitar embarazos no deseados y muertes maternas en las mujeres de las poblaciones dispersas de nuestra Amazonía”.