Tras el último caso ocurrido en el distrito de Villa María el Triunfo en donde un grupo de adolescentes echó thiner y prendió fuego a un compañero, el Ministerio de Salud (Minsa) aconsejó garantizar a niños y adolescentes un ambiente familiar libre de violencia que permita fomentar relaciones seguras, estables y enriquecedoras con su familia y otras personas para reforzar estas estrategias adaptativas.
Para el psiquiatra Adrián Arévalo Alván del Minsa, lo más adecuado es hablar de “conductas agresivas” y enfocarse en acciones específicas, en lugar de etiquetar a los niños como “violentos”.
“Puede que un niño presente conductas violentas en ciertas situaciones, pero esto no significa que se las va a presentar todo el tiempo o que su persona sea violenta. Es importante considerar, por tanto, el contexto en el que se producen estas conductas y manejar la conducta per se en lugar de generar inferencias subjetivas sobre una persona. Asimismo, el emplear un lenguaje en el que se etiquete a un niño como violento incrementa la generación de estereotipos hirientes, resultando inexacto y prejuicioso”, indicó.
Ante ello, el especialista explicó que no existe una causa única que se pueda atribuir a una conducta agresiva en niños o adolescentes. Los factores que influyen en un caso pueden ser completamente distintos de los que influyen en otro.
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“Efectivamente algunos casos podrían deberse a dificultades en el niño o adolescente para poder regular la expresión de sus emociones; no obstante, otros casos pueden estar asociados por la exposición a violencia en sus hogares y/o comunidades. En algunos casos, puede existir alguna vulnerabilidad genética que incremente el riesgo de expresar conductas agresivas si es que el niño o adolescente es expuesto a experiencias adversas como el maltrato o la negligencia”, señaló.
En ese sentido, Arévalo Alván aseguró que lo importante es garantizar un ambiente familiar libre de violencia, que permita fomentar relaciones seguras, estables y enriquecedoras con su familia y otras personas para reforzar estas estrategias adaptativas.
Sin embargo, dijo que si bien los niños y adolescentes pueden presentar episodios irritabilidad mientras se desarrollan y maduran, existen algunas conductas y signos de alarma que podrían incrementar el riesgo de cometer una conducta violenta:
- Niños con antecedentes de abuso físico, sexual o emocional.
- Interés incrementado por las armas o la violencia.
- Tendencia a culpar a otros por sus propios problemas o conductas desadaptativas.
- Dificultad para controlar su ira o manejar sus emociones de manera frecuente
- Falta de empatía o preocupación por las emociones de otros.
- Antecedentes de problemas disciplinarios en el colegio o en el hogar de manera frecuente.
- Tendencia a involucrarse en conductas de riesgo y/o peligrosas.
- Antecedente de consumo de sustancias.
- Muy poca tolerancia a la frustración y a emociones de intensidad alta como la ira.
De acuerdo con el Minsa, es importante resaltar que la presencia de alguno de estos incrementa el riesgo de que se puedan producir conductas violentas, pero no predicen que el niño o adolescente efectivamente vaya a cometerlas.
Si existiese alguno de estas conductas, se recomienda que el niño o adolescente sea evaluado por un profesional de la salud mental para poder brindar la intervención que sea necesaria para cada caso.