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Cusco atesora nueva localidad paleontológica en los andes con preservación excepcional

Descubren nueva especie para la ciencia; investigación fue publicada en revista Journal of Vertebrate Paleontology

Por Jessica Olaechea Tejada

Cuando el mundo sigue hablando de “Perucetus colossus”, el animal más pesado que habitó la Tierra y lo hizo en la región Ica hace 39 millones de años, el Perú vuelve a sorprender. Esta vez, el escenario es el Cusco, donde existe una ciudad en la que cada vez que se excava para hacer alguna obra se encuentran esqueletos de animales de 5 millones de años (Plioceno). Y lo más asombroso es que están completos y articulados, capaces de ofrecer valiosa información sobre la evolución de los mamíferos.

Reconstrucción de ‘Andinoglyptodon mollohuancai’, mamífero extinto de más de 100 kilos que vivió en Yauri, Espinar, hace 5 millones de años.

Se trata de Yauri, la capital de la provincia de Espinar, una zona alejada del país (1,042 kilómetros al sur de Lima), pero que puede convertirse en un nuevo polo turístico porque es “un yacimiento paleontológico” y sumar al Cusco un atractivo de ligas mayores para que la región surandina sea reconocida, básicamente, por la ciudadela inca de Machu Picchu.

Tras constantes expediciones y varios años de estudio, como parte del proyecto “Valorización del patrimonio paleontológico y origen de la megadiversidad del Perú”, los paleontólogos peruanos Rodolfo Salas-Gismondi y Julia Tejada llegaron a esa conclusión que dan a conocer al mundo, así como el descubrimiento de una nueva especie para la ciencia.

Colecta de fósil de gliptodonte en Yauri, provincia de Espinar, Cusco.

“Estamos presentando una nueva localidad paleontológica: Espinar, en el sur del Cusco. En este sitio hay fósiles increíbles, que fueron descubiertos durante excavaciones en Yauri. Todos los fósiles fueron hallados dentro de la ciudad”, afirmó a la Agencia Andina el paleontólogo Rodolfo Salas-Gismondi, de la Universidad Cayetano Heredia.

Excavaciones para un estadio: el inicio

Empecemos. En el 2005, cuando se hacía excavaciones para la construcción del estadio de Yauri apareció el primer mamífero fósil de la meseta andina peruana: el esqueleto de un toxodonte (mamífero extinto), que en su momento se pensó que se trataba de un dinosaurio.

El Ministerio de Cultura encomendó a Jorge Gamarra, a cargo del Departamento Físico-Químico de la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) Cusco, que colecte y recupere los fósiles.

Desde ese momento, en el área urbana de Yauri se ha recuperado varios especímenes bien conservados que documentan una rica comunidad de mamíferos fósiles anteriores al Gran Intercambio Biótico Americano (GABI). El registro paleontológico incluye, además, peces, ostrácodos (pequeños crustáceos), diatomeas (algas), hojas y frutos.

Gamarra, ingeniero químico de formación, contactó a los paleontólogos Julia Tejada y Rodolfo Salas-Gismondi para que lo orienten en la limpieza y preparación de los fósiles, quienes a partir del 2006 hicieron constantes viajes a Cusco y Espinar.

“Le enseñamos [a Jorge Gamarra] y a su equipo cómo limpiar los fósiles y prepararlos; los reconstruimos y los estudiamos. Los tres formamos el equipo principal”, recordó.

El paleontólogo peruano Rodolfo Salas-Gismondi y Jorge Gamarra, de la DDC Cusco, trabajan con cráneo de toxodonte.

Conforme avanzaban el estudio de los fósiles, los científicos entendieron que Yauri merecía ser presentado al mundo como la primera localidad paleontológica del Perú en los andes, de la época del Plioceno, en la que existen fósiles en excepcional estado de preservación.

Una nueva especie para la ciencia

En el 2005 —también—, al hacer excavaciones para ampliar su vivienda en Villa Versalles, Yauri, un poblador descubrió restos fósiles (buena parte del caparazón, el cráneo, las mandíbulas, un fémur, entre otros) de lo que ahora se sabe es una nueva especie de la fauna andina de hace 5 millones de años.

“[El morador] Trató de reconstruirlos y luego los entregó a la municipalidad de Espinar y esta, a su vez, al Ministerio de Cultura [en el Cusco] para que Gamarra los limpie y prepare”, contó.

Gamarra tuvo, una vez más, el apoyo de Salas-Gismondi y Tejada —quienes lideraron el proyecto de investigación— para limpiar y preparar los fósiles, y cuando trabajaban con el cráneo “confirmamos que era una nueva especie para la ciencia”.

Los investigadores estaban frente a un nuevo gliptodonte (una especie de armadillo gigante), de una época en la que no se conocían estos especímenes y fue nombrado Andinoglyptodon mollohuancai.

En memoria del exalcalde Mollohuanca

Oscar Mollohuanca, el exalcalde provincial de Espinar (2011-2014), cuyo cuerpo sin vida fue hallado en marzo del 2022, jugó un papel decisivo para el avance de los trabajos de campo y de laboratorio.

“Nos apoyó muchísimo cuando estuvo al frente del municipio e incluso estableció un sistema para que la gente entregue los fósiles a cambio de víveres para no monetizarlos”, recordó.

La extinta autoridad edil comprendió que la ciudad de Yauri se encuentra sobre un yacimiento paleontológico e implementó un pequeño museo de sitio, que en la actualidad permanece cerrado porque no hay mucho turismo en Espinar.

Para honrar su memoria y en agradecimiento al apoyo le dedicaron la especie. Andinoglyptodon, porque es un gliptodonte encontrado en la región andina y probablemente dio origen a otros gliptodontes, y mollohuancai por el apellido del exburgomaestre, defensor del medio ambiente.

¿Cómo era Andinoglyptodon mollohuancai?

La nueva especie para la ciencia, el Andinoglyptodon mollohuancai, tenía 1.5 metros de longitud y más de 100 kilos. Su cola estaba acorazada, cubierta con anillos de hueso.

“Al parecer, se alimentaba de forma selectiva de brotes tiernos de plantas y eso se determina por la forma del hocico [relativamente largo y delgado]”, explicó.

Espinar documenta que hace 5 millones de años, los andes ya habían alcanzado los 4,000 metros, pero con mucha más vegetación y humedad; era hábitat de animales gigantes.

Ahora se sabe que el ambiente era más húmedo y con vegetación variada como helechos, muy diferente a la de ahora que se caracteriza por tener pastos duros, y que sirvió de alimento para los habitantes mamíferos.

Un momento cumbre en la evolución

Lo más interesante de Espinar es el estado de preservación y la antigüedad (5 millones de años) de sus fósiles; documenta el momento cumbre en que Sudamérica se conecta con el resto del mundo.

A partir de la conexión por medio de Panamá llegan a Sudamérica osos de anteojos, jaguares, llamas, camélidos. Los animales nativos de Sudamérica eran los perezosos, gliptodontes, toxodontes.

Julia Tejada, profesora de Paleontología en California Institute of Technology (Caltech), explicó que desde el punto de vista científico los hallazgos en Espinar son importantes porque el Plioceno es un periodo que se conoce muy poco en Sudamérica y en particular en latitudes bajas como el Perú.

La paleontóloga peruana Julia Tejada trabaja con megaterio hallado en Yauri, Espinar.

“Lo que más se conoce en paleontología en el continente viene de la Patagonia, Argentina”, comentó, vía telefónica desde Estados Unidos, a la Agencia Andina.

Añadió que es un periodo interesante porque registra la vida en el continente en el momento previo a la migración de fauna de Norteamérica hacia Sudamérica, que fue una isla por más de 40 millones de años. Es decir, el momento cumbre evolutivo de un proceso duradero de aislamiento continental.

“Hemos encontrado que Espinar, a pesar de ser un ambiente muy parecido en términos climáticos y de vegetación al actual, era muy diverso. Fue hábitat de mamíferos muy grandes como los perezosos; en la actualidad el más grade es la vicuña”, comparó la científica.

Además, indicó, existió la biomasa necesaria para sostener una comunidad de mamíferos bastante grande. “Es una ventana a Sudamérica, a la biología de esta zona antes de que se extinguiera la megafauna”, puntualizó.

Cinco especies identificadas y descritas

Como parte de la investigación se identificaron y describieron cinco especies de mamíferos distintas: tres perezosos, un nuevo gliptodonte para la ciencia y un toxodonte, todos de más de 100 kilos.

Se halló el esqueleto completo del perezoso gigante (Megatheriops rectidens), que aún no ha sido estudiado. “Es un fósil impresionante, es el megaterio más completo de los andes del Plioceno”, sentenció Salas-Gismondi.

Preparación de fósil de ‘Megatheriops prep.’, hallado en Yauri, Espinar.

La mano de ese megaterio está articulada y en posición de vida. Ofrece información sobre la movilidad que tenía, la mecánica y hasta cómo se posaba sobre el piso, remarcó.

Un ingeniero con alma de paleontólogo

Jorge Gamarra, ingeniero químico de formación y experto en conservación de bienes culturales muebles e inmuebles, trabaja en la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) Cusco desde hace 28 años. Bordea las siete décadas y en las últimas dos se hizo paleontólogo en el campo y por necesidad.

La historia se remonta a 1998 con el hallazgo fortuito de un caparazón de gliptodonte en el asentamiento urbano de Wimpillay.

“Por primera vez hacía una investigación científica [de este tipo]. En el 2001 se restauró y ahora [el fósil] se exhibe en el sitio arqueológico de Pikillacta. Allí nació la posibilidad de inmiscuirme en la paleontología”, rememoró en diálogo con la Agencia Andina.

Desde aquella vez ha participado en la recuperación, limpieza y preservación de fósiles ubicados en hallazgos fortuitos por diversas excavaciones como parte del crecimiento urbano de la ciudad de Yauri.

“Hasta el momento hemos podido recuperar 22 especímenes fósiles como gliptodontes, toxodontes, milodontinos, megaterios [en Yauri] y en el Cusco hallamos un caballo de la época cuaternaria”, señaló.

Gamarra aseguró que los hallazgos lo “llenan de emoción y alegría porque revaloran el lugar” y más aún que la población sea consciente de que cada vez que se encuentre un fósil debe reportarlo a las autoridades.

“Somos instrumentos del tiempo, damos nuestro aporte. Queremos que esto continúe y se promueva mucho más. Por ejemplo, que este conocimiento forme parte del currículo escolar y de la malla curricular de las universidades”, sostuvo.

En su opinión, las autoridades deben darle la importancia turística y cultural que se merece a Espinar al ser una localidad paleontológica.

“Ojalá exista la intención política y ejecutiva de establecer un centro de interpretación cultural o un museo que albergue todos los hallazgos e incluya la parte histórica, etnoarqueológica y paleontológica; de modo que pueda convertirse en un atractivo turístico de primer orden que se sume a los demás atractivos de Espinar”, planteó.

Clave en el rescate

Para Salas-Gismondi, el rol del jefe del Departamento Físico-Químico de la DDC Cusco fue “clave” en el rescate y puesta en valor de los fósiles de Espinar.

“Muchas veces iba solo a Espinar para recuperar los fósiles, sin tener conocimiento, cada que lo llamaban, pero lo hizo bien. Luego se encargó de restaurarlos en Cusco. Su trabajo fue muy valioso y la gente lo reconoce y le tiene mucho cariño”, aseguró.

Agradecimiento a la nación K’ana

La investigación fue dedicada a los habitantes de la provincia de Espinar y la nación K’ana por su gran compromiso con la recuperación y protección del legado paleontológico de la zona.

Cada que se hace una excavación en Yauri, Espinar, aparece un fósil. En la foto, una pobladora junto a zona donde se halló fósil de perezoso.

“Cuando aparecía un fósil mientras se hacía una construcción, se permitía, incluso, que los trabajadores [de la DDC Cusco] ingresen para que lo puedan recoger”, explicó Salas-Gismondi.

También resaltó la participación de Gregorio Agramonte, trabajador del municipio de Espinar, por ser “un colaborador excepcional”. Su compromiso y destreza le permitieron aprender a colectar y limpiar fósiles.

Gregorio Agramonte fue un gran colaborador; aprendió a colectar y limpiar fósiles. En la foto posa con fósil de megaterio.

El Perú, un paraíso paleontológico

Julia Tejada manifestó que desde el punto de vista social el proyecto de investigación también es importante porque “Espinar es una zona bastante olvidada, conocida por la minería y ahora se tiene un recurso adicional”.

“En realidad, en Espinar hay más que la minería; se trata de una zona con mucha riqueza paleontológica que se puede aprovechar para fines turísticos y educativos”, que contribuyan al desarrollo local, aseveró.

Desde el 2018, el proyecto “Valorización del patrimonio paleontológico y origen de la megadiversidad del Perú”, que dio origen a un artículo científico, fue financiado por Prociencia, del Fondecyt.

La investigación fue publicada en la revista científica Journal of Vertebrate Paleontology con el título Pliocene pre-GABI herbivorous mammals from Espinar, peruavian andean plateau, de acceso libre, que permitirá que el mundo siga conociendo el potencial peruano.

Julia Tejada reafirmó que el Perú es tan rico en fósiles, que lo estudiado es apenas la punta del iceberg; hay mucho por descubrir y por investigar, porque somos privilegiados al vivir en “un paraíso paleontológico”.

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